El caballo de los
dioses
"Pegaso" fue el primer caballo que consiguió estar entre los dioses de la Mitología Griega y tratar de tú a los habitantes del Olimpo. Pegaso era el caballo de Zeus, el dios soberano y amo del Cielo y la Tierra.
"Pegaso" fue el primer caballo que consiguió estar entre los dioses de la Mitología Griega y tratar de tú a los habitantes del Olimpo. Pegaso era el caballo de Zeus, el dios soberano y amo del Cielo y la Tierra.
Según los
esquemas de la Mitología el "caballo volador" nació
del chorro de sangre que brotó cuando Perseo cortó la
cabeza a Medusa y gracias a él pudo libertar el héroe a
Andrómeda, la hija del rey de Etiopía, que quiso
disputar a las Nereidas el premio de la hermosura y fue atada a una
roca para que la devorase un monstruo marino. "Pegaso",
creció y vivió sus años de potro en las laderas
y los verdes prados del monte Olimpo, morada de los dioses, que
estaba situado entre Tesalia y Macedonia (Hoy monte Olimpos) y era un
bello ejemplar del tipo "sículo", cruce del ario y
del persa, de color blanco y gran poderío, tiene dos alas que
le permiten volar. Una característica de su vuelo es que
cuando lo realiza, mueve las patas como si en realidad estuviera
corriendo por el aire.
El caballo de
Aquiles Después de "Pegaso", el caballo de los
dioses, no hay más remedio que hablar de "los caballos de
la Ilíada", ya que sin ellos no se concibe la obra de
Homero, ni la guerra de Troya. "Janto" junto con "Balio"
formaban la pareja de "caballos inmortales" que "Peleo"
recibió al casarse con la nereida Tetis, de cuya unión
nació Aquiles. La yegua que los parió se llamaba
"Podarga".
Se asegura de
"Janto" que, aunque de origen divino e inmortal, era un
caballo negro y de pura sangre persa, que tenía tres años
y estaba dotado de patas especialmente vigorosas que le capacitaban
para correr a mayor velocidad que la mayor parte de sus congéneres.
Por su parte,
"Balio" era de color blanco e igualmente rápido.
Esta rapidez de ambos era lo que impedía que Aquiles pudiera
uncir a su carro otros dos caballos que era lo habitual entre los
griegos.
LAZLOS
“Lazlos”, significa “caballo del desierto”, y fue el primero que tuvo Mahoma y con el que hizo su primera peregrinación a La Meca.
El caballo se lo
regaló el gobernador de Egipto en los primeros años de
la Égira. A pesar de tener a “Lazlos” Mahoma nunca
abandonó a “Al Qaswá” (su camello favorito).
Con todo, Mahoma
tuvo una gran pasión por los caballos y en especial por las
yeguas. Este amor le llevó a escribir: “El diablo nunca
osará entrar en una tienda habitada por un caballo árabe”.
Más tarde,
empezó a preocuparse por la supervivencia de la raza. Así
escribiría en el propio Corán: “Cuantos más
granos de cebada proporciones a tu caballo, más pecados te
serán perdonados…”
Esto justifica la
grandeza del caballo árabe y la relación con el hombre
que dura ya 13 siglos.
GENIATOR
Ante las
predicciones, Julio César alimentó al animal, lo cuidó
y no permitió que nadie a parte de él montase al
caballo. Mandó levantar una estatua de “Incitatus” frente
al templo de Venus Genetrix para que lo protegiera. Con “Genitor”
fue con el que Julio César traspasó el Rubicón
cuando se decidió a la conquista del poder con una guerra
civil.
Cuenta la leyenda
que en vez de patas tenía pies de hombre y que sus pezuñas
eran como dedos.
MANOLO MASA
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